1. Hace tiempo que venía con ganas de indagar un poco acerca
de la oferta de historieta extranjera que se edita en nuestro país, en sus
diversas vertientes. Lo que probablemente nos venga primero a la cabeza sea la
pata superheroica yanki, impulsada por el viento de cola que viene soplando desde Hollywood
y que alcanzó ya cierta estabilidad, recambio generacional de lectores
mediante.
El manga, por su parte, hace rato que ha echado raíces tanto
en kioscos como en comiquerías. Sus principales promotores han sabido
interpretar las exigencias de calidad y diversidad temática de un público más
que consolidado. Pero me decidí a arrancar por la corriente franco-belga,
representada por las reediciones argentinas de Asterix, la entrañable obra de
René Goscinny y Albert Uderzo. Por varios motivos. El enterarme de que dicha
reedición fue concebida especialmente para los lectores argentinos, con una
traducción íntegramente nueva, fue el principal.
Entonces me comuniqué con Leopoldo Kulesz, editor de Libros
del Zorzal, responsable de la colección en conjunto con Editorial Planeta. Y
hete aquí que justo al momento de contactarme con Leopoldo para charlar con él
y elaborar esta nota, la editorial Salvat ha lanzado una colección paralela (con
el aval de Hachette, dueña de los derechos del personaje) como parte de su
desembarco en los kioscos con coleccionables de todo tipo, desde los clásicos
“juguetes con fascículo” hasta libros de
psicología. Con lo cual, no sólo conversamos de lo que hubo detrás de la puesta
en valor de esos álbumes, de su amor por la obra de Goscinny. Inevitablemente
hubo que hablar de esta desafortunada situación, que nos sirve para pensar el
lugar de nuestra industria en el mundo (no sólo la cultural) y nos interpela
como lectores.
2. Los que siguen Al Rescate Cómics desde el comienzo recordarán la
charla que tuvimos con la gente del Movimiento Banda Dibujada, así como el
reportaje con Javier Rovella que publicamos hace justo un año atrás. En ambos
casos se destacaba estas historietas como puerta de ingreso no sólo al cómic,
sino a la lectura toda. Pero también, la importancia del formato libro para la
historieta, que suele originarse por entregas en medios de comunicación
(diarios, revistas, y ahora también soportes digitales) para luego
“desaparecer” junto a las noticias viejas.
Yo tuve acceso a leer Asterix por primera vez a mediados de
los años noventa, en las páginas de la mítica y fugaz revista escolar AZdiez. Años
después, llegaron a mí un par de álbumes sueltos, que algún amigo ya no leía y
que me regalaban sabiéndome comiquero. Pero digamos que para aquél que quisiera
coleccionar la serie, no era cosa sencilla. Kulesz coincide con esa descripción
de época:
En el caso de Asterix, desde
los años 90, la historieta iba apareciendo en los kioscos a través de iniciativas
esporádicas de Salvat. La edición, en mi opinión era muy mala, muchos globitos
aparecían vacíos, la tipografía Times New Roman con la tinta despareja y los
colores saturadísimos. Un horror por donde se mire. Lucky Luke, casi imposible
de encontrar, el Pequeño Nicolás llegaba en muy pequeñas cantidades y de
Iznogud no me consta que haya sido distribuido alguna vez aquí.
Fue a mediados de la década siguiente que un editor
argentino vio la posibilidad de remediar la situación y decidió emprender el desafío.
Y hacerlo bien.
Lancé la editorial en
2000. En 2006 fui a la feria de Frankfurt y pasó por el stand de Argentina una
chica pidiendo por Daniel Divinsky (entonces director de Ediciones de la Flor ) porque buscaban a un
editor argentino de Asterix. Mantuve compostura y le comenté esto a Daniel que
me contestó: “No, Leo, ya no quiero quilombos, hacélo vos”. Y así comenzó una negociación de derechos que duró 8
años, ya que recién pudimos comprarlos en diciembre de 2014, en conjunto con
editorial Planeta.
Fue así que ambas editoriales publicaron (manteniendo el
orden original) los veinticuatro álbumes de Asterix escritos por Goscinny y
dibujados por Uderzo, manteniendo la calidad en todos los aspectos. Gráficos y
de contenido.
El criterio fue uno
solo: ser lo más fieles posible a Goscinny y a Uderzo. Rehicimos la traducción
de cero, sin considerar PARA NADA la traducción española. La tipografía es la
de Uderzo y rehicimos todos los dibujos de onomatopeyas y carteles. Un trabajo
intenso de 12 personas durante casi un año. Nuestro trabajo fue auditado por
una consultora independiente y el veredicto final del auditor fue que esta
traducción tiene al menos el nivel del original francés.
3. René Goscinny nació en París en 1926, y al cumplir los
dos años de edad su familia emigra a Buenos Aires. Aquí pasará su niñez y
adolescencia hasta que en 1945, dos años después de fallecer su padre, se
traslada a los Estados Unidos. Allí colabora con quienes más tarde fundarían la
revista Mad. En sus comienzos, Goscinny también dibujaba además de escribir
historietas. Le fascinaba Disney y en la Argentina tuvo un breve paso por la editorial de
Dante Quinterno (el mito dice que leer a Patoruzú y compañía le sirvió de
referencia a la hora de crear su obra cumbre). Ya nuevamente en Europa, en 1957
comienza a colaborar con Albert Uderzo. Dos años más tarde, en las páginas de
la revista Pilote, hace su debut Asterix. El personaje no tarda en ganarse al
público, y en 1961 se recopila su primera aventura, “Asterix el galo”. El éxito
se prolonga por veinticuatro tomos y es acompañado por merchandising y
películas en dibujos animados. Al fallecer Goscinny en 1977 se cierra un ciclo,
pero a Asterix y su infaltable compañero Obelix les aguardan más aventuras a
partir de 1980, cuando Uderzo decide continuar dándoles vida (o sacándoles
jugo, algo que editoriales y herederos continuarán haciendo también una vez
fallecido Uderzo).
4. Esa trayectoria, cuyos mayores frutos se dieron en
Europa, tuvo su eco de este lado del mundo, en la ciudad que había visto a
Goscinny crecer y andar por sus calles. A los siete años, Leopoldo Kulesz
recibe un regalo de su padre. Era el séptimo álbum de Asterix, “El combate de
los jefes”. Desde ese momento se vuelve incondicional a las historietas de
Goscinny. Sólo a esas, las demás no le interesan realmente.
Acá voy a tener que
desilusionar a mis amigos de Banda Dibujada (NOTA ARC: la edición local de Asterix recibió una mención especial en
los premios BD 2016). No conozco de historietas, solo
conozco de Goscinny. Y me esforcé en armar un equipo para que el resultado de
la edición fuera el mejor posible desde todo punto de vista, desde el texto
hasta los aspectos gráficos. Lo hice para compartir algo que quiero y me gusta.
No va más allá. No me fascina Goscinny, amo su obra.
Eso se nota también en su edición en 2009 del libro “Del Panteón a
Buenos Aires”, una serie de crónicas ilustradas por un seleccionado de dibujantes
franco-belgas en el cual pueden apreciarse de primera mano la lucidez para
retratar a la sociedad y el afiladísimo sentido del humor que Goscinny poseía,
acompañado por riquísima información biográfica y documental de sus años en la Argentina.
ARC: ¿La idea siempre fue seguir
con Lucky Luke o fue el paso lógico una vez finalizado el proyecto Asterix?
Cuando salió Asterix,
me crucé con un amigo en la calle que me felicitó por la edición. Le contesté
que estaba muy feliz pero a la vez con la sensación de vacío de haber cumplido
mi sueño de editor y la pregunta inevitable “¿Y ahora qué hago?”. “Lucky Luke”,
me contestó como algo obvio. Viajé a Francia, compré los derechos de Lucky Luke
y llevamos publicados 6 álbumes.
Resulta inevitable dudar sobre la continuidad del proyecto,
a partir del incidente Salvat. Lo que sigue es parte del comunicado que Kulesz
hizo circular al conocerse el lanzamiento que llegaba a los kioscos: En nombre de un negocio puntual, Salvat se
aprovecha de la inversión y el esfuerzo de 4 años de Planeta/Zorzal y le
da un golpe letal tanto a la nueva traducción como a los proyectos ya avanzados
de Iznogud, Lucky Luke y el pequeño Nicolás.
Días tristes para René
Goscinny, para las nuevas generaciones de lectores y para los que vemos nuestro
trabajo fagocitado por el cortoplacismo berreta.
5. Es difícil competir contra el dumping cuando encima te
ponen publicidad en televisión. Es algo que lamentablemente suele convertir a
los lectores en meros consumidores. Menor precio a costa de resignar calidad.
De un lado hay una obra tal cual fue concebida por sus
autores, cuya edición local implicó el trabajo de varias personas, desde la traducción hasta la imprenta.
Del otro, unos libros engordados burdamente con textos que
no dicen nada y dos o tres bocetitos reproducidos. Un orden de publicación arbitrario y
caprichoso (arranca por el tomo treinta y uno, del año 2001).
En fin, vale la pena reflexionar, siempre. ¿Soy lector o sólo
un consumidor? Poniendo todo en contexto, mundial y nacional, ¿qué historietas
podré leer mañana si se me muere la incipiente industria (toda, no sólo la editorial)?
¿Con qué guita voy a comprarme los cómics si se va perdiendo el trabajo, cada día
un poco más? Hasta acá mis apreciaciones personales.
El cierre se lo dejo a Kulesz:
Desde 2014 que venimos trabajando en reinstalar Asterix con la nueva traducción y resulta que los mismos que nos vendieron los derechos se los ceden para kioscos a Salvat, que comercializa la vieja traducción, la que todos saben mala. Cuesta entender.
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