miércoles, 21 de diciembre de 2016

Asadito de fin año (2da parte).

Acá la continuidad del informe sobre Carne Argentina, el mítico libro de La Productora acerca de lo que ocurrió en nuestro país los días 19 y 20 de diciembre de 2001. En esta segunda entrega, los propios autores cuentan los pormenores de la creación del libro. A todos ellos mi agradecimiento por la excelente predisposición que tuvieron desde el primer momento.

1. El apagón y la lamparita.

Para los muchachos de La Productora, el año 2001 no venía siendo muy fructífero. Hacía poco tiempo que se habían lanzado como grupo y mal no les había ido. Habían encontrado un método de trabajo que les resultaba virtuoso y la respuesta del público lector era favorable, habiendo llegado incluso a agotar alguna de sus modestas tiradas. Pero para ese momento, la crisis económica y la falta de trabajo eran ya algo bien palpable y cotidiano para la gran mayoría de los argentinos. Sin embargo, una puerta se abría. Así lo recuerda Cristian Mallea: "En aquél momento los primeros pasos eran muy duros, era muy arduo conseguir trabajos acá y más arduo en el exterior, que era a lo que apuntábamos. Y había surgido la oportunidad de publicar para una editorial madrileña independiente llamada Undercómic, que nos había pedido algunos de los materiales que nosotros ya habíamos publicado acá como La Productora, así como otras cosas previas de nuestra etapa de fanzines." 
Ocurre entonces, lo que ya todos sabemos.
Esa nave llamada Argentina se estrelló finalmente contra el iceberg durante aquellas calurosas y fatídicas jornadas de diciembre, y lo que se volvió cotidiano entonces fue ver cómo hacía cada compatriota para salir a flote aferrándose a los restos que quedaron del naufragio. Después nos fuimos enterando de que unos pocos habían fugado previamente con los botes hacia seguros paraísos, sabiendo de antemano lo que ocurriría.
En el estudio de La Productora se intentaba seguir trabajando pese a todo. Había que aprovechar la oportunidad de trabajo que les habían ofrecido. Y en eso estaban cuando ocurrió algo decisivo. Mallea nos cuenta la leyenda: "Estábamos acá trabajando (a duras penas y cobrando migajas) los cuatro que habíamos armado el grupo, que éramos Carlos Aón, Jok, Ángel Mosquito y yo. Y se cortó la luz en medio de todo eso (era Diciembre, Enero). Ya había pasado todo el desastre, digamos, y lo que quedó era la nada económica. Y nos fuimos a la vereda. Nos compramos una birra y nos sentamos en la vereda a tomar cerveza como cualquier otro en ese tiempo. Entonces salió la conversación: “¿qué les vendemos a los gallegos?”. No me acuerdo quién, pero alguien entonces dijo “estaría bueno hacer algo nuevo”. Y si hacemos algo nuevo, ¿qué hacemos? Y ahí, como que brotó de todos." Certifica Ángel Mosquito: "Sí, surgió durante un corte de luz, a fin de año o en enero, creo. Nos fuimos a sentar en la vereda a charlar de lo que estaba pasando, veíamos pasar los autos nuevos y decíamos algo así como “si esto sigue así, vamos a ver los mismos autos dentro de 15 años, pero hechos pelota”. Al menos, eso no pasó. Fue un verano bastante feo, y el siguiente también."

2. Asado con fritas.
"Los colores del Campeón", por Jok.

Pero, ¿cómo contar el Argentinazo? ¿Desde qué lugar lo abordarían? 
"Siempre tuvimos la conciencia de que no era solo una historieta de coyuntura, que debía tener cierto valor documental, de instantánea de una época, casi como una crónica hecha por un corresponsal de guerra, pero en forma de ficción. Creo recordar que nos repartimos los días de la semana del 19 de diciembre. A cada uno le tocaba un día y tenía que hacerse eco de lo que había pasado a nivel histórico y político, aunque los hechos públicos rozaran de costado las vidas particulares de los protagonistas. Una de las premisas fue contar historias de gente común, desde el llano, en diferentes realidades sociales, no hacer una crónica socio política a nivel histórico." (Diego Agrimbau)

"Sobre la concepción del libro no puedo decir mucho, me temo. Sí recuerdo que esos días de 2001 (e incluso desde antes) estaban llenos de anécdotas. Hasta los diarios eran muy narrativos: llenos de historias de gente haciendo cosas (desde pintorescas como un club de trueque a muy dramáticas). Y la crisis para la historieta misma era muy terminal (pensá que no había casi otra cosa que fanzines). De manera que se me ocurre que una idea tan potente como "un libro de historietas sobre la crisis" se impuso." (Federico Reggiani)
"En realidad nunca nos habíamos propuesto hacer algo así, tan documental, como una crónica de lo que había pasado. Estábamos en el medio de una crisis (como vos, como todos), viviéndola de una manera particular. Todos teníamos historias que habíamos vivido, que nos habían contado, que vimos por la tele o sufrimos en carne propia, y decidimos armar algo con eso. En sentido testimonial, no documental. Empezamos a tirar historias sobre la mesa, la mayoría eran terribles aunque otras dispararon para otro lado. En mi caso, escribí un guión para Aón, que tenía que ver con lo que me contó una amiga, concretamente acá en Merlo." (Cristian Mallea)

Definidos el contenido y el enfoque, ¿cómo fue el "tallereo" para Carne Argentina? ¿Cuánto peso tuvo ese método de laburo a la hora de armarlo? ¿Quedaron cosas afuera?
"Creo que en el fragor del momento, pesó poco. Todos mostramos nuestras ideas y guiones y salvo algún que otro detalle, todos estaban impecables, al menos para nosotros. Pensá que fueron muy pocos días en los que se resolvió todo: las ideas, los guiones, el dibujo e incluso la edición y el libro impreso. Fue hecho muy en caliente." (Ángel Mosquito)
"Según mis recuerdos nos repartimos las historias y luego fuimos pensando en grupo desde qué óptica lo encararía cada uno. Y en base a eso luego siguieron los talleres de “control de calidad” que hacíamos como para asegurarnos que tanto las historias como los dibujos fueran sólidos. Así que seguramente pesó, aunque en este caso lo que más infuyó en la concepción del libro fue la necesidad de contar historias producto del momento y el contexto. El motor fue ese registro como catarsis, mucho más que la excelencia en la calidad." (Dante Ginevra)
"Fué uno de nuestros trabajos más viscerales (no había otra forma, creo yo). La producción fué muy rápida, realizamos varias reuniones para marcar las pautas y luego ir revisando lo que se escribía (fundamentalmente) y lo que se iba dibujando. Trabajamos muy intensamente y con seriedad, pero sobre todo primó el concepto de honestidad creativa, dejando fuera toda especulación con la actualidad de aquel entonces. Hubo algunas ideas que quedaron fuera, pero en general estábamos muy enfocados en el concepto y eso facilitó que la producción completa llevara, inéditamente para nosotros, unos pocos meses." (Jok) 
"Los devoran los de afuera", de Ángel Mosquito.

"Hubo un montón de historias que quedaron afuera. Un día lo llevé a Gervasio, que vivía en Casanova, y tuvimos que esquivar como cuatro fogones en las esquinas que eran los motivados por la policía que le decía a los vecinos “miren que los del barrio aquél vienen a saquear”. Nosotros lo vivimos de primera mano. Y pienso que esa es la potencia del libro." (Mallea)
"A mi se me ocurrió una sola idea, que fue la de mi historieta después de una imagen, en la tele, que me chocó mucho: los empleados de un supermercado tras una valla hecha de changuitos, dispuestos a defender su lugar de trabajo de un grupo de potenciales saqueadores que estaban afuera del lugar. Me imagine que empleados y saqueadores serían del mismo barrio y que dos hermanos estarían en ese momento en bandos opuestos." (Mosquito)
"El libro era coral y yo sentía que cada uno del grupo sumaba un punto de vista y una historia en la cual me sentía representado. El libro fue muy equilibrado y armónico desde lo estructural. A mí no me quedaron cosas por contar. El libro era completo para mí en ese momento." (Ginevra)
"Hasta las portadillas, le pusimos mucha sangre a esa parte, de lo explicativo, ni hablar cuando tuvo su edición extranjera." (Mallea)

3: Carne de exportación.

Como se contó más arriba, la propuesta de la editorial madrileña Undercómic fue previa al estallido y se trataba de publicar el material que La Productora ya había editado con anterioridad. Sin embargo, la nueva propuesta gustó mucho. La edición española de Carne Argentina fue el primer trabajo en el exterior para todos sus autores y se replicó luego en otros países. Acerca de su impacto y repercusión, cada cual tiene su visión. Asimismo, el primer paso no estuvo excento de dificultades. Más específicamente aduaneras.
"Nunca supe a ciencia cierta cuáles fueron esas repercusiones. Sí un par de reseñas por España, pero nada muy fuerte. De todos modos para mí en aquel momento era un sueño hecho realidad. Y la editorial era muy pequeña y under (Under Cómics) así que el nivel de trascendencia seguramente fue menor. No recuerdo haber tenido muchos deseos de trascender demasiado con el libro. Fue pensado y hecho más para nosotros que para venderlo al exterior. La publicación fue un regalo que vino de España gracias a Mosquito que conocía la editorial." (Ginevra)
"Tuvo una repercusión grande para nosotros, porque después se editó en otros países. Pero no tuvo la repercusión que en realidad podría haber tenido, tal vez porque fue hecho muy en caliente, o porque no habremos acertado con la difusión del material. Tampoco había redes sociales que amplifican este tipo de materiales. Abrió puertas con los editores que luego la publicaron, pero no pasó de ahí. No vimos plata con el libro, ni nos surgió trabajo. Durante algunos años, yo no escuché más nada del libro, quedó un poco como algo raro, visceral, que salió del estallido, y también como un libro muy difícil de conseguir. La distribución es un problema, siempre, si no sos un gigante editorial." (Mosquito)
Portada de la edición francesa.
"Por alguna razón, eso pegó. Los que lo leían se sentían identificados, en primer lugar. Pero también sucedió algo curioso y que parecía difícil de entender, que es que a la gente de afuera le interesaba lo que nos pasaba a nosotros. Y eso era algo súper concreto en las visitas que empezamos a tener de algunos colegas o amigos extranjeros franceses, europeos en general, pero también norteamericanos que venían y decían ¿qué pasó acá? Me acuerdo de un amigo franchute, que vino, se bajó en Ezeiza y se tomó el 86 pensando que habría disparos por todos lados y queriendo sumarse a la rebelión zapatista, que obviamente no había nada de eso." (Mallea)
 "Luego llegaron las ediciones francesas y brasileras, muy diferentes entre sí, pero respetando la impronta. Recuerdo que para la edición francesa debimos realizar un glosario especial para varios términos y, sobre todo, para explicar el peronismo a los lectores franceses." (Jok)
"Con Undercómic el arreglo era que nos mandaban equis cantidad de ejemplares como forma de pago, y nosotros los íbamos a vender acá. Era la alegría de tener el libro, pensá que nosotros hacíamos revistas. Cuando lo mandan, el titular de aduana en aquél momento era (Mario) Das Neves. y calculo que hoy será igual, pero entonces la aduana tenía la pésima costumbre de no avisarte cuando llegaba el barco. Y si no retirabas tu mercadería en cierto plazo, te cobraban una multa. Obviamente te avisaban un día antes que venza el plazo de retiro, aunque lo tuyo estuviera ahí hacía quince días, ponele. Cuando fuimos al depósito fiscal a buscar los libros, lo que nos querían cobrar equivalía al valor que nos salía sacar el libro nosotros acá vía imprenta, sin aditivos, publicándolo y vendiéndolo nosotros mismos, que fue lo que optamos. Cuando comentamos esto entre colegas y periodistas se armó un mini revuelo, lo suficientemente importante para que Das Neves nos llame al estudio (hablé yo con él) diciendo que se había enterado por una nota en la revista Veintitrés, que a ver qué podemos hacer. Le expliqué al detalle y dijo “bueno, algo vamos a hacer” y obviamente nunca más supimos nada." (Mallea)
"Con respecto a lo de la Aduana, primero fuimos a un despachante que, cuando nos dijo lo que costaba sacar los libros, casi nos morimos, así que intentamos el camino non sancto, que fue ir al deposito, en Barracas o por ahí, dispuestos a retirar las cajas con los 300 ejemplares que nos habían mandado, a fuerza de adornar al agente de turno. Cuando llegamos, justo salía del lugar un jefe, un capo, alguno con poder ahí adentro y cara de incorruptible, y se desbarató el plan.
Cuando descartamos la idea de rescatar esos libros, empezó a surgir la idea de publicar el libro en Argentina." (Mosquito)

Como bien señala Mosquito, no éramos pocos los que creíamos que el libro se encontraba agotado. Pero es posible aún hacerse con algún ejemplar de la segunda edición local. Explica Mallea: "El libro se puede conseguir, de hecho. Nosotros hoy todavía tenemos un stock de libros que cuidamos mucho porque confiamos en que lo que hicimos es perdurable. Yo siempre procuré defender el stock, no rifarlo, no venderlo a saldo. Nunca lo habrás visto en saldo, por ejemplo. Editores serios como Javier Doeyo vienen y dicen “muchachos, yo quiero tener el libro”, entonces cuando vas a la Feria del Libro el libro está en su stand. A un precio módico, pero el lector interesado puede conseguirlo. Me parece que hay una perdurabilidad y que no hay que regalarlo."
Para Mallea, haber podido editar Carne Argentina primero en España y luego aquí fue importante "por el interés que generó así como viajes y otras posibilidades de trabajo, entrando en un ambiente internacional de la historieta. entramos en eso con mucha alegría. En Latinoamérica, pero también por amigos franceses y norteamericanos que nos acompañaron en todo ese proceso." Nada mal para una idea que surgió en el cordón de la vereda, en pleno corte de luz y con el caos social de fondo. "Exactamente. Por eso es maravilloso, ¿no? Que ese impulso artístico tenga un correlato. Eso tiene que ver con la cosa grupal. Lo hicimos porque somos un grupo. Como el héroe colectivo del que hablaba Oesterheld."

Hasta acá, la segunda parte de la nota. En la próxima, un poco de análisis de los autores sobre la Argentina de hace 15 años, la que siguió y estamos viviendo...









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