1. Dago hace la
América.
Después de haber participado de
la invasión del Perú por parte de Francisco Pizarro, de haber vagado sólo por
la selva y escapar de las temibles amazonas come-hombres, y tras llegar casi
sin querer a la mítica ciudad perdida de El Dorado, cualquiera pensaría que
Dago ya tuvo suficiente en América. Él mismo lo cree así, ahora que está
asentado en Cuba sin mayores dificultades ni sobresaltos, pensando incluso en
volver a Europa. Hasta que se topa con su viejo amigo Hernando de Soto y una misión
que resulta ineludible: viajar hacia América del Norte en busca de “
2. El héroe, su historia.
En el año 1510, el Sultán turco
urde un complot en contra de la familia del noble César Renzi. Éste es arrojado
al mar y luego recogido por piratas argelinos, quienes lo convierten en Dago,
el esclavo. Así comienza su periplo, que lo llevará a recorrer el mundo al
tiempo que sembrará odios y enemigos, aventuras y romances. Desde Europa y
África hasta la recién descubierta América.
Aparecido por primera vez en 1981,
fue creado por el prolífico Robin Wood y Alberto Salinas, quien dibujó más de
cien episodios antes de ser sucedido por Carlos Pedrazzini primero y finalmente
por el cordobés Carlos Gómez.
Será esta dupla, Wood – Gómez, la
que se mantendrá hasta el presente. Y si bien en Argentina la serie se publicó
durante casi dos décadas, se interrumpió durante bastante tiempo. Hasta que la
gente de Comic.Ar tomó la iniciativa de “repatriar” al héroe, con una serie de
doce libros, de los cuales “La
Fuente de la
Juventud ” es el décimo, recién salido a la calle.
3. Divino Tesoro.
Lo único que puede llegar a hacer ruido, si uno viene
siguiendo la saga, es el bache entre el libro anterior y este. Algo que no
ocurría entre los dos tomos anteriores. ¿Qué sucedió luego de El Dorado? ¿Qué
fue de su amigo Joao? ¿Cuánto tiempo transcurrió desde entonces y cómo se las arregló
Dago para llegar hasta Cuba y establecerse en el pueblo? Más allá de estas
cuestiones, Robin Wood logra engancharte desde el vamos, planteándo una aventura simple, sumándole varios personajes secundarios con sus propias historias mínimas, con ese lenguaje poético cuya posta
hoy buscan tomar guionistas como Saracino (ver Khur el fugitivo o Ich, por
ejemplo), y manejando con gran oficio los tiempos. Todo esto perfectamente
complementado por la inmensa labor de Carlos Gómez, quien no sólo la descose al
dibujar rostros, anatomía, y esos escenarios vivos, desbordantes de paisajes y
animales en un blanco y negro lleno de matices y relieves. Lo notable de Gómez
es que el nivel de detalle en los dibujos nunca es en desmedro de la narración.
Escritor y dibujante logran una historieta súper fluida, manejando los ritmos a
la perfección. De forma tal que se disfruta la lectura tanto en una vez, de un
tirón, así como por partes. Otro mérito de la dupla creativa es
lograr que cualquiera pueda engancharse a leer sin gran conocimiento previo de
la saga o el personaje. Cuando una historieta está bien hecha…
4. El domicilio de la aventura.
Para aquellos que formaron parte de la generación Columba,
esta serie de tomos viene a cubrir esa
pata de la historieta argentina en los kioskos, la de la llamada
“historieta clásica de aventura”. En un
momento en el que no es mucha la historieta argentina (de cualquier estilo) que
pueda hallarse en el que alguna vez fuera su lugar natural. Bien por Comic.ar,
en todo caso, que no se cierra a un solo canal de venta. Esta misma colección
puede encontrarse también en comiquerías y en las mesas de ferias y eventos
comiqueros, claro. Pero viste que la historieta será popular o no será, alguna
vez se dijo. Y en este sitio así lo creemos. Ahí está entonces la importancia
de que la tapa de este hermoso libro asome entre los demás pasquines del
puesto. Que cualquiera que no sea del fandom pueda encontrárselo en el kiosko
de la estación, o antes de subir al colectivo (como me ocurrió a mí un par de
tomos atrás) y poder emprender el viaje a la par del personaje. O que invite a
un pibe por primera vez a llevarse esa tapa que lo hipnotizó y tener que
aguantarse de no sacarlo de la mochila hasta que no suene el timbre, o en todo
caso pispearlo bajo el banco para que la profesora no se lo confisque. Podría escribirse
un libro en el que cada uno de nosotros cuente de qué forma se ha encontrado
con la Historieta, y cada experiencia sería tan única como su protagonista. Pero
¡mierda!, que todos alguna vez encontramos ese cómic que nos marcó para siempre
en un kiosko cualquiera por algún misterioso azar.
Esperemos que al concluir esta serie de doce entregas, se
doble la apuesta y continúen con más, que no dejemos de ver a Dago junto a los
superhéroes, la Fierro, Star Wars y los mangas.
5. ¿Está bueno entonces?
Pero claro, ¿qué duda cabe? Si ya sos fan de Wood y Dago desde antes, no hace falta que te diga más nada. Si venís de otro palo, o de otro planeta, o simplemente tenés ganas de entretenerte con una buena historieta en lugar de volver a ver la misma película de siempre, metete a "La fuente de la juventud" y después me contás. ¡Compralo que se agota, Porota!
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